LA NECESIDAD DE AMOR - PSICOLOGÍA MALENA LEDE




Existen en el mundo muchas personas con carencias elementales insatisfechas y también con severas carencias afectivas: falta de amor, de cariño y de interés por parte de los demás y de su familia.

La falta de amor como la incapacidad de amar, producen males tan graves como la falta de alimentos, porque además de hacer infelices a las personas puede provocar serias alteraciones en los órganos, ataques cardiacos y accidentes cardiovasculares.

Está comprobado científicamente que la personalidad tipo “A”, o sea la persona hiperactiva, competitiva, agresiva, luchadora, poseída por el intenso deseo de obtener fama, poder, éxito o placer en el menor tiempo posible, se torna ansiosa, irritable, malhumorada y tensa;  y que no es raro que aun siendo joven sufra un infarto.

El certificado de defunción dirá que falleció de un ataque cardiaco pero analizando su conducta en vida se podrá deducir que también murió de ambición, egoísmo y por falta de capacidad de amar.

Estas personas no tienen tiempo ni espacio para el amor, porque gastan toda su energía en conseguir todo lo que desean.

El amor de pareja también se suele confundir con la necesidad física por el otro sexo, sin embargo, una vez que se satisface ese deseo, es común que la relación se deteriore.

El amor no es sólo una sensación física sino también un estado mental duradero, cuando el que ama está más interesado en cuánto puede dar que en lo que va a obtener.

El amor desinteresado exige atención, tiempo, energía, criterio propio y conciencia de unidad, porque no somos seres separados de nuestro entorno y de nuestros semejantes, formamos parte de un todo.

Es necesario aprender a vivir a un ritmo más lento, para tener más tiempo para los demás dejando de lado las actividades de las que podemos prescindir para dedicarnos más a lo que nos importa.

Una solución eficaz para disponer del tiempo que necesitamos es levantarnos más temprano, para poder desayunar con tranquilidad, hablar con nuestros hijos o con nuestra pareja y no salir corriendo masticando el último bocado y sin haber articulado una sola palabra.

Ese alocado ritmo continuará todo el día porque se ha convertido en un condicionamiento, una forma de funcionar, que no solamente afecta la salud sino también las relaciones.

Comer con los niños no sólo es bueno para su nutrición sino también para la identificación con sus padres y para tener la oportunidad de contar sus cosas, de preguntar y de aclarar sus dudas; y de escucharlos, estando atentos a sus necesidades reales y señalarles sus posibilidades y sus límites.

Todos disponemos de una gran cantidad de energía para dar, pero si la gastamos en pensamientos negativos como la codicia, la preocupación, la ira o el resentimiento, no nos quedará nada.

Los deseos egoístas y el interés por las posesiones provocan ansiedades, temores y frustraciones que agotan toda la energía.

Podemos recuperar el amor de los demás y la capacidad de amar de verdad que hemos perdido, resistiendo los deseos egoístas y   desarrollando expectativas menos pretensiosas y más realistas.

Malena Lede - Psicóloga
Fuente: “El amor nunca falla”; Eknath Easwaran